lunes, 23 de mayo de 2011

Para la reflexión (ahora que estamos entrenados)

En los últimos meses se viene hablando con insistencia de los posibles modelos educativos que posibiliten el aprovechamiento de las capacidades de todos los alumno al máximo nivel de rendimiento. Parece que este es un objetivo irrenunciable para cualquier sistema educativo que se precie y sobre el que difícilmente se puede discrepar.

Es un hecho cierto que no hay dos alumnos iguales y que la escuela tiene los medios (limitados) que tiene. Por tanto se tiene que diseñar un sistema educativo que encuentre los lugares comunes para atender adecuadamente a la mayoría, de forma que por una simple "economía de escala" resulte económicamente viable la educación.

El reconocimiento de la diversidad es uno de los grandes logros de nuestro sistema. Se trata de que nadie quede excluido del proceso formativo, cualesquiera que sean sus capacidades físicas o mentales. No obstante, puesto que se trata de una actividad que supone unos costes adicionales importantes, su implantación es muy limitada y muy mayoritariamente a cargo del sistema público.

Una gran conquista de  los colectivos de discapacitados ha sido el reconocimiento de la integración como una herramienta de normalización y superación de dificultades. Allí donde se ha llevaado a cabo con decisión y racionalidad se han conseguido grandes logros individuales y colectivos y se ha aprendido que la integración enriquece no solamente al protagonista sino también al grupo. Como es obvio, la integración de personas con discapacidad se ha conseguido (salvo excepciones muy honrosas) en el sistema público, que es quien ha podido sufragar los costes adicionales (personal e apoyo, fisioterapeutas, educadores, tec) que esto supone. La enseñanza privada y la concertada, en general, excluyen al  discapacitado y al inmigrante. No son negocio y no dan "buena" imagen.

En la actualidad está muy de moda el debate de la atención especial a los estudiantes de alto rendimieno académico. Desde muchas de las universidades públicas a algunas escuelas infantiles se están planteando de una forma casi "mimética" la creación de grupos especiales. Resulta curioso que la atención a este tipo de diversidad se plantee siempre sobre un modelo de segregación (contrario a la integración). A esta tarea se están entregando con especial entusiasmo las autoridades educativas de un buen número de Comunidades Autónomas, con Madrid a la cabeza. Se supone que estos grupos tiene que reunir a los alumn@s más brillantes y se les va a dotar de más medios y mejores profesores para potenciar sus capacidades, pero insisto, sobre la premisa de la segregación.

Los "guetos de empollones" van a surgir por doquier y esta vez sí, el sector privado va a sacar tajada del asunto y apuesto un lapicero a que, a no mucho tardar, crecerán como hongos las unidades especiales de alto rendimiento académico, o como quiera que se las llame. La excelencia es buen negocio y vende imagen.

La enseñanza pública tiene esta batalla perdida de antemano. Se convertirá en lo que algunos políticos pretenden; en un reducto de fracasados y minorías sociales entre los que si destaca algún alumn@ por sus capacidades será que es pobre de solemnidad. Como reza aquel viejo dicho: "si el pobre come merluza, está malo el pobre o está mala la merluza..:"

Atentos, que a pesar de lo inverosímil que parece, todavía se pueden legislar peor las cosas.


http://www.elpais.com/articulo/sociedad/formacion/capaces/elpepusoc/20110522elpepusoc_2/Tes

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